miércoles, 12 de noviembre de 2014

Yogures Felices

A menudo, cuando hablo con mi alma inmortal, me pregunto qué sentido tiene todo esto. Y cuando escribo todo esto, me refiero, claro está, a la existencia. A qué hacemos aquí, o por qué nos arrastramos por estos lares… Mis conversaciones con mi alma inmortal, a menudo, toman este cariz. Claro que otras veces me pregunto si realmente un yogur nos puede proporcionar la felicidad. 

Tal parece, al menos, cuando ves los anuncios de yogures que portan cositas para que, si nos tenemos que creer lo que vemos, hagamos de vientre como la seda.

Quiero decir que un estreñimiento puede hacer de uno un tipo huraño y desdichado, de los que miran de forma peyorativa al mundo y a las personas que lo habitan, llevándolo a ocultarse en las sombras de una buena caverna, como en su día hizo Sméagol.  Tampoco parece discutible que un tránsito armonioso y fluido puede hacerle a uno ir por la vida con un talante jovial y epicúreo, dotándolo de una flexibilidad en los andares y una ligereza de movimientos muy reseñables. Pero de ahí a pensar que el estado de felicidad perpetua venga dado por hartarse de comer un yogur concreto…

Puedo llegar a creer que un yogur sea capaz de colaborar en el destape de los conductos mejor obliterados, pero no es lo único con capacidad fluidificante. El alcohol, por ejemplo, suele tener el mismo efecto si lo bebes en un volumen adecuado… Claro que, ahora que lo pienso, el alcohol también tiende a anunciarse como un magnífico spray que dispersa felicidad para todos. Quizá el problema sea que, hasta hoy, no había entendido bien los anuncios de cerveza con guapos jóvenes de radiantes sonrisas y cervezas en las manos, disfrutando en la playa, o en cualquier otro sitio donde los publicistas quieran ponerlos… El motivo de su algarada no es exactamente el estar pasando una buena jornada en compañía de gente guapa, embriagados todos ellos por el amarillento elixir, sino el ser todos portadores de un aparato digestivo en perfecto estado de revista, especialmente en su zona excretora.

Supongo que por estos motivos mi alma inmortal suele recordarme que es mucho mejor consumir yogures del montón que yogures que te prometen la felicidad eterna, y luego aflojar los bajos jalándote media botella de whisky.

            Mi alma inmortal tiene estas cosas.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. ¿Un yogur? Porca miseria. Conozco una chica que cena yogures y no parece el ser más feliz de la tierra. Ni siquiera del barrio. Sospecho que son yogures con tropezones de fruta. En cambio, yo sería plenamente feliz cambiando el yogur por un buen plato de patatas fritas, aunque tuviera los conductos permanentemente obliterados y tuviera que desatascarlos luego con whisky.

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  2. Muy bien, Rictus, así me gusta, whisky y patatas fritas... ¿quién necesita otra dieta?
    Bien hallado.

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