viernes, 30 de enero de 2015

De Compras.

Mi vida tiene un nuevo significado. Un recién adquirido objetivo vital me invade. La luz que ilumina ahora mi horizonte está renovada, y es mucho más brillante…

Según he leído ya en varios medios (y no sólo en medios dedicados a este tipo de asuntos), parece que la escultural Irina ha decidido no seguir formando parte del costillar del chillón de las Azores. Y que Irina vuelva a estar en el mercado nos da a nosotros, los solteros, un renovado sentido vital.

Confieso que desde que me he enterado me ducho a diario y me he vuelto a apuntar a un gimnasio. Ahora siempre bajo la tapa del váter después de cada uso, hago la cama cada mañana y tengo el piso mucho más curioso. He rescatado un trozo de pizza de debajo de un cojín del sofá y hasta he localizado un calcetín oculto detrás del mueble aparador del comedor. Todo en previsión de que Irina se presente en mi casa de improviso.

Cuando camino por la calle, lo hago con vigor renovado, con la cabeza alta y ojo avizor, por si nuestros caminos se cruzaran. Las gentes que me ven pasar, donairoso y resultón, murmuran entre ellos. No puedo asegurar qué dicen con exactitud, pero imagino que algo muy similar a: <<Mira ese joven madurito, cómo camina con garbo y donosura. Seguro que acaba siendo el nuevo novio de Irina. Ya verás, ya>>.

He cambiado la foto de mi perfil de facebook y he colocado mi mejor foto. Claro que tampoco voy a engañar, es la mejor porque se me ve lejano, casi en lontananza. Eso sí, con una figura gallarda y soportando un gesto bien templado.

Cierto que uno debe ser realista. No venirse arriba. Reconocer que, aunque mis estrategias las seguiría el mejor táctico del amor, las probabilidades de que alguien como yo consiga que la monumental rusa me mire con ojos golosos son similares a las de sufrir una enfermedad rara. Como por ejemplo un hiperparatiroidismo primario… Si mis fuentes son fiables, tan sólo 1 de cada 10000 habitantes es diagnosticado de una enfermedad que, cuando te informan de que la padeces, te acojonas, incluso sin saber de qué se trata. ¿Hiper qué? preguntas mientras intuyes que algo con ese nombre no puede ser muy leve.

Pues aunque mis probabilidades sean escasas, lo que ni Irina ni Ronaldo saben es que me guardo un as en la manga. Puedo decir con satisfacción que en mi niñez padecí un hiperparatiroidismo primario. La conclusión es clara. Si ya me ocurrió para lo malo, como compensación, es hora de que me suceda para lo bueno… No digo que puedas elegir la manera en que se equilibren estos asuntos… pero siempre he creído que existe una cierta Justicia en el Universo. Resulta evidente que lo justo para uno que ha padecido un hiperparatiroidismo primario es acabar de novio con una modelo rusa que acaba de romper peras con un futbolista vocinglero.


Que Dwaine y el resto de musculosos moscones adinerados se anden con ojito… Irina vuelve a estar en el mercado, y yo vuelvo a ir de compras…

No hay comentarios:

Publicar un comentario