Quien me
conoce sabe que soy un gran aficionado a los caldos fuertes. Tengo en el whisky
uno de mis confortables predilectos. Por evolución natural, imagino, no he desdeñado
tampoco el bourbon. De hecho, últimamente suelo beber el bourbon llamado Four Roses.
Según cuenta la leyenda, el
nombre de este néctar sobrevino debido a que el fundador, un tipo llamado Paul
Jones, Jr., que se había entusiasmado de una belleza sureña, le envío una
propuesta del tipo que se enviaban entonces: haciendo saber a la pretendida que
el pretendiente pretendía dejar de pretender y avanzar a la siguiente base. No
es que en aquella época hubiera béisbol. Supongo que en aquel entonces se diría
avanzar a la siguiente parada de la diligencia... o que quería abrevar al caballo…
o cómo fuera.
El caso es
que la sureña respondió que en caso de que su respuesta fuera "Sí", se
pondría un ramillete de rosas en el vestido durante el próximo gran baile que hubiera.
El amigo Paul Jones esperó con entusiasmo, e imagino que también algo de temor e incertidumbre, la noche del gran baile ... y, como todos podemos
imaginar, cuando apareció la belleza sureña, llevaba un ramillete de cuatro
rosas rojas, lo que le dio entender al futuro licorero que podría abrevar su
caballo, por usar las expresiones de la época. Más tarde bautizó a su licor como Bourbon
Four Roses como símbolo de su pasión devota por la encantadora belleza sureña que le hizo el hombre más feliz del mundo de una forma tan original.
Imaginen qué hubiera pasado si a
la encantadora belleza le hubiera dado por responder que si la respuesta fuera “Sí”,
llevaría cuatro flores de cardo…
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